
La delegada de Memoria Democrática, Soledad Raya, y la arqueóloga Inmaculada Carrasco, profesora de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, han presentado en el cementerio de Montilla el inicio de una fase clave dentro del proyecto de memoria histórica: las catas arqueológicas que permitirán determinar la viabilidad de futuras exhumaciones en la fosa común, donde podrían encontrarse restos de víctimas de la represión franquista.
Se trata de un paso decisivo tras varios años de investigación documental, estudios técnicos y trabajos preliminares. Según explicó la concejala, “el estudio de viabilidad indicaba que, aunque se trata de un trabajo de enorme complejidad, sí existen posibilidades reales de continuar con el proyecto”. Posteriormente, se realizó una prospección con georradar para delimitar la fosa común, y los informes técnicos confirmaron esa posibilidad, aunque también advirtieron de obstáculos como la profundidad, la presencia de escombros y restos de enterramientos posteriores.
Aun así, seguimos avanzando, señaló Raya. “El próximo lunes está previsto que comiencen las catas, que en cuatro semanas, serán las que finalmente nos confirmen si es viable continuar con las exhumaciones”.
La intervención, con un presupuesto de 18.000 euros, será ejecutada por el equipo dirigido por Inmaculada Carrasco, que ya participó en las fases anteriores del proyecto. Las catas arqueológicas permitirán delimitar con precisión el perímetro de la fosa común y excavar en puntos concretos previamente identificados, con el objetivo de verificar la presencia de restos de personas represaliadas.
Carrasco explicó que «una de las principales complicaciones se debe a que la fosa fue utilizada hasta el año 1982, y nosotros vamos a buscar enterramientos correspondientes al periodo entre 1940 y 1945 y eso implicará profundizar bastante en algunos sectores”.
La arqueóloga también subrayó la importancia de los archivos militares en esta labor. “Las fichas de inhumación realizadas por los sepultureros detallan con precisión la ubicación y profundidad de cada cuerpo, lo que ha sido fundamental para planificar esta fase”.

Según las estimaciones, los primeros cuerpos podrían encontrarse a una profundidad de aproximadamente 1,5 metros, aunque en algunos tramos podrían hallarse restos a más de cuatro metros. “Sabemos que estas fosas fueron construidas con planificación, ataluzando los perfiles para reducir el riesgo de derrumbes. Eso nos permite trabajar con cierta seguridad”.
Esta fase de intervención tendrá una duración aproximada de cuatro semanas. «Si los resultados son positivos y se confirma la presencia de víctimas de la represión, el proyecto avanzará a la siguiente fase: la exhumación de los restos».
Sin embargo, «si las catas resultan negativas —ya sea porque no se localizan los cuerpos esperados o porque las condiciones técnicas lo impiden—, se analizarán otras posibles vías. Tenemos esperanza en que este proceso llegue a buen fin», concluyó la delegada.