··Ante la propuesta que estudia el Ayuntamiento, por la Ley de Memoria, para la posible retirada de su nombre del callejero, historiadores, asociaciones y vecinos recuerdan que su vida estuvo dedicada al bien común, sin protagonismos ni intereses políticos por ello.

··El director del Secretariado para las Causas de los Santos insiste en que “buscar la verdad, no imponer visiones ideológicas, debe ser el propósito del historiador y del legislador”.

La Basílica de San Juan de Ávila acogió una concurrida conferencia sobre la figura del arcipreste Luis Fernández Casado, párroco de Santiago Apóstol durante más de medio siglo (1900-1953), cuya vida y obra han vuelto a cobrar relevancia ante el expediente iniciado por el Ayuntamiento de Montilla para estudiar el cambio de denominación de la calle que lleva su nombre, Arcipreste Fernández Casado por el de Leonor Rodríguez «La Camacha», en aplicación de la Ley de Memoria Democrática de 2022.

Impartida por Miguel Varona, director del Secretariado para las Causas de los Santos, la conferencia reunió a numeroso público que se acercó hasta la Basílica de San Juan de Ávila para conocer la personalidad y la obra de un sacerdote que aún recuerdan los mayores de la ciudad. Varona destacó “el papel clave de Fernández Casado en la vida religiosa, educativa y social de Montilla. La charla sirvió para reivindicar su legado como sacerdote entregado, líder social y defensor de los más desfavorecidos, alejado de cualquier implicación política directa en los hechos que marcaron el siglo XX.

En una entrevista para NuestraVoz, explicó que “aunque todavía hay muchas personas vivas que lo conocieron, que estuvieron con él y colaboraron estrechamente en muchas de sus iniciativas, para seguir el rastro de su labor se ha recabado información en archivos del obispado y en los fondos documentales de hermandades, asociaciones religiosas, bibliotecas y hemerotecas en Montilla.

Varona definió al arcipreste Luis Fernández Casado como “una figura poliédrica, rica en matices”, y subrayó que su personalidad resulta especialmente fascinante cuando se observa desde su misión pastoral. “Renovó profundamente la vida de Montilla, y no solo en lo estrictamente religioso: impulsó hermandades, cofradías, la educación católica e incluso reforzó los lazos con figuras clave de la espiritualidad local como San Francisco Solano y San Juan de Ávila”. Sin embargo, el conferenciante quiso poner el acento en un aspecto menos conocido: su intensa labor social y caritativa, aún poco explorada por los investigadores. “Es un legado silencioso que merece ser descubierto y valorado en toda su dimensión”.

Miguel Varona, director del Secretariado para las Causas de los Santos

Durante su intervención, recorrió los principales hitos de la vida de este sacerdote, que llegó a Montilla con tan solo 28 años y permaneció aquí durante 48 de sus 53 años de ministerio. Fue tal su arraigo en la ciudad, que pidió ser enterrado en ella, gesto que resume el vínculo profundo que mantuvo con la comunidad montillana.

Un pastor de acción: sindicatos, escuelas y caridad silenciosa

Luis Fernández Casado fue nombrado Hijo Adoptivo de Montilla y recibió la Medalla de Oro de la ciudad en 1950, en reconocimiento a su inmensa labor. Entre sus numerosas iniciativas destaca la fundación, en 1908, del Sindicato Agrícola «La Montillana», y en 1919, del Sindicato Agrario de Montilla, ambos orientados a mejorar las condiciones de los trabajadores rurales. Estas acciones incluyeron la creación de bolsas de empleo, el arrendamiento de tierras, la fundación de una caja de ahorros y la construcción de viviendas para personas necesitadas, que fueron entregadas en 1921. Ese mismo año, también participó en la fundación del sindicato Caja Dotal, de carácter femenino.

Su impulso a la educación fue notable. En 1904 facilitó la llegada de la Compañía de María, origen del actual Colegio de San Luis, y en 1939 promovió la venida de las Hermanas Terciarias Franciscanas del Rebaño de María. También apoyó la enseñanza femenina y, en 1928, gestionó la cesión de los terrenos del cementerio de la Vera Cruz para la ampliación del Colegio Salesiano. Durante la Segunda República, impulsó la creación de la asociación de padres de familia. En 1943 inició los trámites para el regreso de los Jesuitas a Montilla; en 1944 fundó las escuelas nocturnas para mujeres, y en 1946, las escuelas parroquiales. Incluso en sus últimos años, planificó una nueva escuela rural en la Sierra de Montilla.

Fernández Casado fue también un firme defensor del patrimonio artístico y religioso. En 1905 compró la casa parroquial de Santiago al Duque de Medinaceli, e impulsó la restauración y remodelación de diversas iglesias. En 1934, el pintor José Garnelo entregó a la parroquia de Santiago los cuadros del Apostolado. En 1940, Fernández Casado encargó al escultor Manuel Garnelo un proyecto para construir un retablo para dicha iglesia. En 1942 retomó la construcción del monumento al Sagrado Corazón de Jesús, que fue inaugurado en 1945.

En el ámbito espiritual, organizó o revitalizó numerosas cofradías y asociaciones religiosas, entre ellas la Adoración Nocturna (1905) y la reactivación de las Conferencias de San Vicente de Paúl, también en 1905. Su labor caritativa, sin embargo, fue profundamente discreta: visitaba a las familias más humildes y entregaba ayuda económica sin ostentación alguna.

Promovió o reorganizó diversas cofradías: en 1909, la Cofradía del Rosario; en 1913, la de La Rosa; en 1914, impulsó la erección de la Cofradía de Jesús de las Prisiones; en 1927, reorganizó la Cofradía del Santísimo Cristo de Zacatecas; y en 1947, promovió la fundación de la Cofradía del Resucitado. Fue una figura central en el impulso y la organización de la Semana Santa montillana.

Reconocimientos:

En 1925 el Ayuntamiento de Montilla le dedicó la calle que lleva su nombre para celebrar los 25 años de labor pastoral. En 1950 recibió la Medalla de Oro de la Ciudad. Ese mismo año fue nombrado Canónigo Honorario de la S.I.C. de Córdoba, y a petición popular, fue solicitado su ingreso en la Orden civil de Beneficencia.

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Persecución religiosa y firmeza:

Vivió la dura época del anticlericalismo y la persecución religiosa en España durante el primer tercio del siglo XX. Fue atacado duramente por publicaciones locales como Montilla Obrera, que criticaban su influencia y su labor pastoral. Sin embargo, él nunca respondió con odio, sino con caridad y firmeza.

La conferencia también abordó el contexto histórico que vivió el sacerdote. Tras la proclamación de la Segunda República en 1931, España sufrió una profunda crisis política e ideológica, con especial virulencia hacia la Iglesia. En Montilla, se profanaron templos, se insultó a ministros del culto y se suspendieron actividades religiosas. El 12 de mayo de ese año se declaró el estado de guerra en la zona para proteger el patrimonio religioso.

Durante la Guerra Civil, muchos sacerdotes fueron asesinados en la región, aunque en Montilla no se documentaron muertes directas. El archivo parroquial fue salvado gracias a su intervención ya que decidió esconderlo y tapiarlo en los sótanos de la parroquia.

En este ambiente de persecución, Fernández Casado sobrevivió por hallarse en zona sublevada, como tantos otros clérigos, pero no hay evidencia de que participara en el sistema represivo del franquismo ni que defendiera activamente el golpe.

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Revisión de su calle: entre la memoria y la verdad histórica

Hoy, bajo la Ley de Memoria Democrática de 2022, se revisan nombres de calles y símbolos que puedan estar vinculados con el franquismo. Se cuestiona si el Arcipreste Fernández Casado participó en el sistema represivo. Pero no hay evidencia de que defendiera el golpe ni que participara activamente en la represión. Lo que sí es cierto es que sobrevivió gracias a que se encontraba en una zona sublevada, como muchos sacerdotes que escaparon de la muerte simplemente por estar al otro lado del frente.

En aplicación de la Ley de Memoria Democrática, se revisan nombres de calles que puedan tener vinculación con el franquismo. El nombre de Luis Fernández Casado, que desde 1925 figura en el callejero de Montilla, podría ser eliminado cambiado bajo el argumento de una posible asociación con el régimen. Sin embargo, historiadores, asociaciones y vecinos recuerdan que su vida fue «una fidelidad silenciosa dedicada al bien común, sin protagonismos ni intereses políticos».

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Por ello insistió en la conferencia en que «no se trata de imponer una visión, sino de buscar la verdad. El historiador y el legislador debe hablar con base documental, no desde ideologías, para fomentar el diálogo, la paz y la comprensión es más necesario que nunca».