Celebramos la Navidad de una forma muy especial, con uno de esos cuentos que leían los abuelos a sus nietos en las reuniones familiares. El que vais a escuchar es del escritor y periodista montillano José Ponferrada Gómez(1919-2018) al que le gustaba crear historias para sus hijos, unos cuentos que nunca salieron del ámbito familiar. Tenía sus personajes propios, sus frasecillas de complicidad con los niños… y hasta sus coplitas.
De esos cuentos se conservan solo retazos en la memoria, pero también uno completo de su personaje favorito: El Cuento de don Grillito zapatero, que vamos a escuchar en la voz de su hijo, José Antonio Ponferrada Cerezo.
¡Disfrútenlo! Feliz Navidad.
Os dejamos el texto:
CUENTO DE DON GRILLITO ZAPATERO (CUENTO DE NAVIDAD)
Por: José Ponferrada Gómez
Esta historia ocurrió en los lejanos tiempos en que los animales hablaban, y todo podía ocurrir como por arte de magia. Y érase que había un grillo muy bueno, muy bueno, y como además era muy simpático y tocaba estupendamente su guitarrita, todos le llamaban cariñosamente Don Grillito zapatero; pues, por si fuera poco, tenía la gran habilidad de hacer los zapatitos más bonitos del mundo, que nunca jamás vendía, sino que los regalaba a los niños pobrecitos, pobrecitos, porque le daba mucha pena verlos andar descalcitos durante los crudos días del invierno. Y de verdad, de verdad, que Don Grillito zapatero era tan bueno, tan bueno, que todas las mamás cantaban a sus hijitos esta sencilla y milagrosa nana, que con tanta prontitud y gozo los dormía:
“Ero, ero ero, ero…
Don Grillito zapatero.
Don Grillito zapatero,
tocando su guitarrita…”.
Y los niños y las niñas se despertaban contentos y felices; porque no tenían pesadillas, sino que soñaban con los angelitos.
Y sucedió, que una muy oscura noche, que más que de perros era de lobos, pues daba miedo oír cómo el aullido de estos se confundía con el del viento huracanado, Don Grillito zapatero creyó sentir que llamaban a su puerta. Pero siguió haciendo unos lindos zapatitos, porque nunca podía creer que nadie pudiera andar por las calles cubiertas por la nieve, que seguía cayendo copiosamente. Y apenas habían pasado unos segundos cuando, al oír que esta vez llamaban más fuerte, abrió la puerta, y se quedó más frío que la propia nieve, al ver que el que había llamado era el niño más precioso que nos podemos imaginar. Sus cabellos eran como de oro, sus ojos de ensueño, su boquita divina y así todo su lindo cuerpecito, que temblaba aterido de frío y empapado por la lluvia que había tenido que soportar.
Ni que decir tiene que Don Grillito zapatero, antes de preguntarle nada, le hizo entrar en su humilde casita y lo sentó junto al fuego para que se calentara y secara su muy mojada ropita, haciéndole tomar una apetitosa y confortadora sopita. De manera que pasado un buen rato, y cuando el precioso niño se sintió mejor, dio las gracias a Don Grillito zapatero e intentó marcharse; pero nuestro buen animalito de ninguna manera lo consintió, pues daba miedo oír los lobos y el viento, que seguían aullando en la oscuridad de la noche, por lo que Don Grillito zapatero, como era tan bueno, tan bueno, lo que hizo fue acostar al niño en su propia camita. Y cuando ya lo vio dormido y muy abrigadito se sintió tan contento y feliz, que se sentó en su sillón de trabajo, se echó una manta por encima y se quedó también durmiendo como un bendito.
Tan pronto amaneció, Don Grillito zapatero corrió a ver cómo nuestro bello niño había pasado la noche, pero quedó tremendamente sorprendido al contemplar que la camita estaba vacía y que el niño había desaparecido misteriosamente. Pero enseguida se dio cuenta de que encima de la cama había una carta que decía lo siguiente:
“Don Grillito zapatero: soy el niño Jesús, que he bajado del cielo para ver quiénes son los buenos y quiénes son los malos; y habiendo llamado en muchas puertas en esta noche tan mala, sólo la tuya se me ha abierto. Y como has sido conmigo tan bueno, tan bueno, debajo de la almohada encontrarás el premio de una Varita Virtud, que te concederá todo lo que le pidas, siempre que sean cosas buenas. Adiós, y sigue siendo tan bueno, tan bueno…”,
Así pues, Don Grillito zapatero hizo con aquella Varita Virtud muchas buenas y maravillosas obras. Como, por ejemplo, convertir a la niña Virginia que era tan buena como bonita, en princesa de un también maravilloso país. Aunque esto no lo contaré ahora, porque sería demasiado y os impediría hacer los trabajos escolares, si bien os prometo que otro día seguiremos con otra bonita historia de Don Grillito zapatero; pero ahora gritad todos conmigo:
¡¡Qué bueno era…!!
P.S.- Mi copia incluye una dedicatoria manuscrita para mi hija (su nieta), que dice: Alicia, cumpleaños feliz. Espero que al igual que a tu papá cuando chico, también te guste a ti este mismo cuento de “Don Grillito Zapatero”.
Muchos besos de tu abuelo Pepe.
Montilla, 21 de enero de 1999.
Foto: José Antonio con su hija Alicia y su nieta Ariadna.