
No se deben tirar al inodoro ya que se han convertido en uno de los principales problemas de las redes al provocar de forma continua atascos y averías en las infraestructuras de saneamiento.
Las toallitas húmedas se han convertido en un producto de higiene casi imprescindible en muchos hogares. Cada vez son más las personas que las utilizan por su comodidad, capacidad de limpieza y su practicidad. Una cara amable que sigue ocultando el monstruo que se esconde tras su uso, debido a la falsa idea de que se trata de un residuo fácil de eliminar y que se puede desechar sin consecuencias por el inodoro.
Una estrategia que se denomina ‘Greenwashing’ (vestir ecológicamente un producto que tiene perjuicios naturales) y que enmascara que las toallitas sean uno de los principales problemas del saneamiento urbano y de los ecosistemas acuáticos.
En Montilla ya se sacan diariamente más de 55 kilos de estos residuos de su alcantarillado. Es por ello que Aguas de Montilla, empresa que gestiona el ciclo integral urbano del agua, ha querido aprovechar el Día del Saneamiento, que se celebra cada 19 de noviembre, para llamar la atención sobre una situación que se agrava por año.
El monstruo, apodo que se ha ganado por el aspecto de la acumulación de toallitas en las redes, sigue creciendo debido a la costumbre de desecharlas por el inodoro, a pesar de que no se descomponen con la rapidez suficiente en la red de saneamiento.
Las fibras plásticas y la mezcla de polímeros que contienen las toallitas hacen que permanezcan enteras y formen los llamados fatbergs, tapones de este material enrollados con grasa y otros residuos (como es el caso de bastoncillos o productos de higiene personal).
Al unirse en las conducciones y no disolverse provocan atascos y averías en bombas, estaciones de bombeo y estaciones depuradoras (EDAR) teniendo un impacto económico directo. Hay ciudades que ya gastan millones de euros para limpiar y renovar infraestructuras de sus redes por culpa de las toallitas.
Aunque el problema es mayor ya que este tipo de residuos cuando se fragmenta lo hace en microplásticos que acaban en los ríos y en el mar, con consecuencias ambientales que cada vez son más visibles. Ya se han detectado acumulaciones de toallitas en diferentes espacios marinos y en ríos importantes para el desarrollo de Andalucía.
