
El maestro Paco Llopis comparte con todos nosotros su pasión por la Educación y en esta ocasión reflexiona sobre la diferencia entre “Ser maestro y ser un buen maestro”, “la diferencia posiblemente radica en el tiempo, en la experiencia, en las variables que inciden sobre él, en el conocimiento, en el creer, querer, saber y poder, como el buen vino, el buen médico, el buen fontanero o el buen agricultor…”, pero indica que “no siempre el ser mayor, sea garantía de calidad y excelencia, ni el ser joven sea garantía de esa calidad y excelencia”.
La Opinión con la Voz y la firma de Paco Llopis :
TEXTO DE LA OPINIÓN:
Ser maestro ya tiene mérito; ser un buen maestro roza la excelencia
La diferencia entre ser maestro y ser un buen maestro, posiblemente radica en el tiempo, en la experiencia, en las variables que inciden sobre él…en el conocimiento, en el creer, querer, saber y poder, como el buen vino, el buen médico, el buen fontanero…o el buen agricultor, entre tanto y tantos. Por ello, aquella persona que ha dedicado su vida a una labor, sea la que sea, pasa a ser “más mayor, pero no por ello más viejo”. Pasa a “ser más antiguo, no por ello más viejo”, entendiendo el ser viejo, con algo inservible, pero como dice un dicho de uso público “se es más mayor, pero no por ello, más tonto.”. Muchas veces el ser mayor implica mayor sabiduría, prudencia y paciencia, aunque no siempre.
Desgraciadamente, una gran parte de la sociedad, considera que el acumular más años es sinónimo de ignorancia, cuando la realidad demuestra que el acumular algunos años más, no es cúmulo de ignorancia, sino de sabiduría. Se puede saber más siendo joven y con los medios actuales; si le añadimos la experiencia, posiblemente consigamos un “vino exquisito”.
Plantear la idea de que lo nuevo es lo que sirve y lo más antiguo lo desechable, posiblemente estamos entrando en un debate, cuanto menos, atrevido y osado, aunque desde siempre se ha dicho que “la ignorancia es muy osada” y no por ello más sabia que el saber del que acumula años en su vida.
Utilizo la expresión “acumular años en tu vida” porque la vida pasa, y, sin querer, se suma un año a otro y eso es algo con lo que es bueno saber convivir. Acumular más años no es sinónimo de restar, sino de añadir. Añadir, experiencia, sabiduría, disponer de un mayor conocimiento, de un mayor control emocional, de valores y de habilidades sociales, para desarrollar cada día con el equilibrio necesario, para aceptar la acumulación de años como una realidad y no como una desgracia. Saber poner vida a los años es sin duda la clave de saber convivir con los años, desde el saber estar, siempre que las condiciones psicológicas y mentales, lo permitan, base del quehacer diario.
Por ello, me gusta siempre poner, a modo de chascarrillo, que “hay relojes antiguos que funcionan perfectamente bien y posiblemente con buenos materiales, y relojes que llevan “tres días” y no dan “pie con bola”. Por tanto, la cuestión no está en la antigüedad, sino en el haber puesto más vida a los años. Las nuevas tecnologías unidas a las buenas prácticas sería la combinación perfecta para que este proceso sea garantía de éxito. Igualmente podemos disfrutar de la juventud, unida a la competencia, de modo que hay jóvenes que destacan por sus capacidades, destrezas y conocimientos precozmente.
Así ocurre en la escuela y en muchos ámbitos de la vida. Por ello, es bueno y necesario, tener presente algunas indicaciones para diferenciar el ser “maestro”, que ya tiene mérito, con el ser un “buen maestro”, que ya roza la excelencia, a sabiendas que no siempre el ser mayor, sea garantía de calidad y excelencia, ni el ser joven sea garantía de esa calidad y excelencia.
Cuando terminas una carrera, una formación determinada, tienes una titulación. Cuando empiezas a caminar, observas que la psicología, pedagogía y didáctica que me enseñaron, son de manual, pero, la realidad de la escuela, del día a día, es otra y muy diferente. Por ello es muy interesante aprender de cada día e ir anotando aquellas esencias que van encaminadas a ser garantía de éxito y que sólo el contacto con alumnado, profesorado, equipos directivos, familias e instituciones, son las que me irán marcando el camino a seguir. Depende de mi actitud y de saber combinar estos elementos, para poder ser un elemento válido en este proceso. En definitiva, ser un buen maestro, capaz de llegar al corazón de las personas y emocionarlas, para que, desde aquí, sea desde donde podemos enseñar y educar.
“Ni por el mar corren las liebres, ni por el monte las sardinas”
Ser “maestro”, no es igual que ser un” buen maestro”. A ser maestro se aprende. No es un juego, aunque aprendan jugando. Ser maestro es un arte. ¡El que la lleva, la entiende!
Paco Llopis. Maestro