Una bella Salve, cantada por la soprano Cristina Guzmán, resonó en la Basílica de San Juan de Ávila cuando el pregonero recordó a María Stma. de la Estrella en su visita a las religiosas de Santa Ana
Miguel Bellido Mora ha abierto las puertas de la Semana Santa con un pregón que ha llegado directo al corazón. Tal y como dijo en sus primeras palabras “no voy a ser yo quien os de este Pregón, espero que sea mi corazón”, y así fue, en su relato ha compartido emociones, sentimientos, recuerdos, vivencias, pero sobre todo pasión por la Semana Santa.
Miguel agradeció a la Agrupación de Cofradías y a su presidente, José Antonio Trapero, que haya hecho realidad uno de sus grandes deseos, pregonar la Semana Santa de Montilla a la que está ligado desde la infancia.
Las primeras palabras del pregonero fueron para su madre, Carmeli Mora, a la que recordó con emoción y agradeció “ese amor eterno y sin medida”.
La Basílica de San Juan de Ávila ha acogido el acto del Pregón de la Semana Santa de Montilla, organizado por la Agrupación de Cofradías contó con la presencia del alcalde y miembros de la Corporación municipal, representantes de todas las hermandades y cofradías de Montilla, anteriores pregoneros, asociaciones y numerosos montillanos que quisieron disfrutar de este momento especial que cada año se celebra una semana antes del Domingo de Ramos.
La música del Grupo “La Clave”, quinteto de viento madera y metal, abrió el acto con un selecto repertorio de marchas procesionales que dio paso a la presentación del pregonero.
Rafael Delgado Ruz, fue el encargado de allanar el camino de su buen amigo y compañero de muchos años de hermandad. Se refirió a Miguel Bellido como una persona ampliamente conocida y polifacética con numerosas cualidades e impulsor de numerosas actividades.
Seguidamente Miguel pronunció un sentido pregón en el que fue alternando la prosa y el verso, acompañado en muchos momentos por la música.
“Vengo de una Semana Santa antigua, donde no había chicotás, ni levantás a pulso, donde nadie sabía lo que era dar costero. No había ensayos y algún que otro paso llevaba ruedas”… “Fregábamos claveles de plástico en barreños de cinc, para adornar algunos de los Pasos”… “Algunos Candelabros salían en procesión Domingo de Ramos, Martes Santo y Domingo de Resurrección”.
Así abrió el pregón y con el recuerdo de los aromas de su casa cuando llega la cuaresma “a canela y clavo, a azúcar blanca como la nieve, a aceite de oliva, a harina recién molida y a trabajo callado”, de esta forma nos introdujo en algunos momentos de su infancia ligada a la Ermita de la Rosa y a la Virgen de la Esperanza, a la Parroquia de su barrio, con el recuerdo para don Antonio Gómez que “más que cura era buena gente” y al Colegio Salesiano “El Paraíso para nuestro pequeño. Una Banda, dos Hermandades y la Rosa al lado. En dos calles todo lo soñado. Porque él se hizo Balilla y Monaguillo en el colegio y como no en la Rosa Nazareno”.
El pregonero se cogió de la mano de María y le pidió la venia “ya que hablar de ti quiero, de ti y del que nació de tu seno, al que todos llaman Jesús el Nazareno. Por ello dijo “Señora, hoy te pido que seas de nuevo esa Estrella en mi Camino”.
Seguidamente se refirió a la Semana Santa como “la semana más grande del año que dura 46 días”. En un bello recorrido nos fue llevando por los momentos que ofrecen las cofradías en la calle y que se quedan clavados en nuestra memoria, música, calles estrechas, palios, silencio, el rachear de los pasos..
Fue exaltando a los titulares de nuestras cofradías con reflexiones, vivencias y reflexiones poéticas. Miguel se detuvo unos minutos en su Barrio y en su Hermandad. “Mi barrio huele a bodega vieja, A pasera en otoño, A trabajo callado, Mi barrio huele a iglesia chica, Al Paseo de los Monos y al cantar de sus pájaros…”.
En esta parte del pregón se vivió un bello momento cuando hablo de ‘La Estrella’ y de la Salve que las religiosas de Santa Ana le cantan cada Martes Santo una salve que, en la voz de la soprano Cristina Guzmán, resonó en la basílica.
Un pregón lleno de detalles y de momentos en los que tuvo un recuerdo para personas ligadas a su vida cofrade, que ya no están entre nosotros Francis Luque Córdoba, Francisco Tejedera, Don Antonio Gómez, Mariano, Trini..
Habló del Viernes Santo, lleno de tradiciones desde la infancia, y mostró su admiración por el que durante muchos años fue su Hermano Mayor, Rafael Castro Portero.
El pregón lo cerro el difícil momento vivido cuando se desplomó el techo de la iglesia del Barrio, la nave lateral donde estaba el Señor de la Santa Cena, “…al entrar estaba Él una nube de polvo y el Cielo. Mi mirada recorrió en un momento toda su anatomía y mi Cristo estaba sin manos. No sé si fue un milagro. Se le había caído todo el techo sobre Él y solo le faltaban las manos”.
Como final, el pregonero se dirigió al Señor de la Santa cena con un “Gracias Señor por hacer realidad este sueño de haber sido capaz de pregonar La Semana Santa a mi gente y a mi pueblo que es Montilla”.
El pregón estuvo acompañado por cuatro músicos: Cristina Guzmán Enríquez, Soprano; Isabel Muñoz Martín, Oboe; Matías Cabello Rey, Clarinete; Alejandro Priego Izquierdo, Fagot.
Por último, numerosos amigos abrazaron a un pregonero emocionado que desnudó su corazón para compartir con todos su Semana Santa.