El Pregonero dejó varios mensajes para reflexionar relacionados con la falta de personas comprometidas, por ello pidió que “no nos volvamos cómodos, que nos comprometamos, no sólo con nuestras hermandades, también con la sociedad, con nuestro pueblo, con nuestras creencias, con nuestra cultura y nuestras raíces”.

Desde la Basílica de San Juan de Ávila se han vuelto a abrir, un año más, las puertas de la Semana Santa de Montilla. El acto organizado por la Agrupación de Cofradías comenzó con un concierto de marchas procesionales a cargo del Grupo Musical La Clave, un quinteto de viento madera y metal, que ofreció un selecto programa con las marchas: Madrugá de Canela y Clavo; Pasa los Campanilleros; Una Luz en el Camino, Triana, y Mi Amargura.

Grupo Musical La Clave,

Con la música hecha oración, se abrió un emotivo acto en el que el pregonero tuvo un presentador muy especial Antonio Maya Velázquez, que nos presentó a su padre como un hombre que tiene su fe como el don más preciado y una persona “comprometida que lucha por lo que le duele, y eso lo he visto continuamente con su Hermandad de la Misericordia. Desde mi infancia he visto a mi padre desvivirse por la humilde casa de San Sebastián y por su hermandad, esa que vio nacer y en la que vio como tallaban a su cristo”, por ello “cuando reza lo hace siempre con la cara de la Misericordia en su mente porque cristos hay muchos pero Misericordia solo una”. 

Presentador Antonio Maya Velázquez

Tras la emotiva presentación Antonio Maya Ruz llegó al ambón emocionado para dedicar sus primeras palabras a la madrugada y a esos sentimientos que le traspasan el alma, el silencio se rompe por el chirriar de una vieja puerta, y por su escalinata una comitiva baja escoltando a Cristo, como escala Santa del Pretorio, indicando que el Jueves Santo ya se acaba y comienza la Madrugá que embriaga y colma mi alma”.

Pregonero 1

A partir de ahí abrió su pregón lleno de sentimientos, de recuerdos, de fe y en el que dejo algunos mensajes a tener muy en cuenta.

Quiso dar las gracias a todos los que hacen posible la Semana Santa, “Gracias a los que estuvieron, porque nos hicieron soñar; gracias a los que el Altísimo les hizo llamar; gracias a los que estáis, porque tenéis nuestra confianza; gracias a los que estaréis, porque seréis nuestra esperanza; gracias a nuestros consiliarios por velar por la doctrina; gracias a los que preparáis los cultos, aunque no acudan feligreses; gracias a los veinteañeros que vienen pidiendo paso”.

Recordó aquellos olores de Semana Santa de su infancia a túnica recién planchada, a sarga nueva, a ropa para estrenar el Viernes Santo que mi madre preparaba con cariño, con esmero. Sus escapadas en cuaresma a San Agustín y al Santo, con Don Lorenzo. Y la voz de mi padre llamándome para ir a ver a los Romanos o la primera vez que de niño alumbró con orgullo infinito en la procesión de los arrumbadores, la del martes Santo.

Se detuvo en la conmemoración del cincuentenario de la Agrupación de Cofradías y recordó a las personas que “desde 1973 han guiado el timón de este gran navío impulsado por el recio viento de la fe”. Recordó a todas las personas que han presidido la institución y que ayudaron a impulsar la Semana Santa: José Naranjo Amo, Arturo Hidalgo Trillo, Rafael Delgado Luque-Romero, Manuel Ruz Feria, Miguel Bellido Mora, Manuel López Cabello, Antonio Luis Jiménez Barranco, Tomás Jiménez Polo, Inmaculada Santos Pérez y José Antonio Trapero Perea; con unas tripulaciones esforzadas y de justicia es valorarlas.

Antonio Maya dejó varios mensajes para reflexionar relacionados con la falta de personas comprometidas y por ello pidió a consiliarios, cofradías y juntas de gobierno que hay que sembrar con buena semilla, para que germine mejor mies que fortalezcan nuestras costumbres, nuestra Fe, la liturgia, los Sacramentos y el Evangelio. Fuerte vacío nos toca llenar con responsabilidad cristiana, para renovar el legado que nos dejaron nuestros abuelos”.

Por eso pidió que “ no nos volvamos cómodos, que nos comprometamos, no sólo con nuestras hermandades, también con la sociedad, con nuestro pueblo, con nuestras creencias, con nuestra cultura y nuestras raíces y, si lo enmendamos a tiempo, todo por lo que hemos luchado, defendido y glorificado, permanecerá.

Pregonero 2

Fue rotundo al indicar que “no se puede llegar a Cristo sin rezar, porque las cofradías no son una procesión de un solo día”. Con lenguaje poetico dijo que “Montilla es Borriquita, es Juventud, es Perdón, es Vera Cruz, es Santa Cena, es Humildad, es Amor, es Preso, es Misericordia, es Nazareno, es Descendimiento, es Santo Entierro y es regocijo y júbilo en su Resurrección”. Y aunque nos pese, “Montilla no es oración, no es rezo, no es vigilia, ni ayuno, no es triduo, ni quinario, ni novena, ni fiesta de regla, ni Vía Crucis, ni Vía Matris, ni Santos Oficios”.

Definió de “Épicos a esos hermanos que os ceñís la túnica y no os quedáis en casa y seguís a tu Cristo y a tu Virgen con una vela, un farol o llevándolos con vuestra alma. Y no os lastran los años, ni la largura del recorrido, ni el peso del paso, sólo pensáis en rezarle a Dios y apretáis vuestro rosario contra el pecho y meditáis para vuestros adentros; aquí me tienes Señor otro año, yo no te pido nada, convencido estoy de que Tú sabes lo que nos falta”.

Pregonero 3

El pregonero destacó algunos momentos de la intensa cuaresma con “esa música de La Unión y Pascual Marquina que me estremece, que inunda el aire con sus acordes y me hace imaginar Montilla, a todos tus pasos ascendiendo al cielo. Y en el Viernes de Dolores se oyen a lo lejos, la Centuria avanza con estruendo de cornetas, cajas y timbales a paso ligero, luciendo sus cascos, capas y petos.

Entre las numerosas actividades no olvidó la Representación de La Pasión con el recuerdo de aquella mañana fría de febrero, “mil novecientos noventa y dos, hace ya algún tiempo, un puñado de personas rodilla en tierra, se propusieron tejer un tapiz de duros, seiscientos mil si mal no recuerdo. Para darle forma a un sueño, la ilusión de Rafael y Pepe, fantasía que se propagó a casi trescientos, para vivir una representación, poniendo el alma. Y la ilusión se tornó realidad para mostrar a Montilla aquél drama, el que sufrió nuestro Señor Jesucristo en La Pasión.

A partir de ahí entre prosa y verso nos hizo un bello recorrido por cada uno de los días de la Semana Santa con sus vivencias, sentimientos y devociones. Un recorrido que cerró en San Sebastián porque “ es allí, donde se resume mi Semana Santa”. Explicó lo que significan “aquéllos rostros que me hacen en los momentos de tempestad, más llevadera la vida terrena, un Cristo, Misericordia y una Virgen, que si nombres tiene muchos, y a lo mejor los tiene más bellos, yo la llamo por el que para mí es más hermoso, Amargura.

PREGÓN COMPLETO ANTONIO MAYA
El Presidente de la Agrupación le impone al Pregonero la insignia

Fotos: Antonio Herrador y NuestraVoz