El pasado 28 de diciembre, como habitualmente ocurre cada año, la Cofradía de la Viña y el Vino de Montilla celebró su tradicional Salutación a los Vinos Nuevos, para darle la bienvenida con rigor y solemnidad a un vino, en palabras del Maestro de Ceremonias cofrade Envero, “que ya ha superado el parto tumultuoso de la fermentación, y que va redondeando sus aristas mostrando sus perfiles fragantes”.
Este año el acto tuvo lugar en el Lagar de la Cañada, acogidos por Rafael Córdoba García, Mentor del paraje del mismo nombre, situado en la zona de calidad superior de los vinos de la D.O Montilla-Moriles, Benavente Alto, para oficiar las Salutaciones de Gonzalo y Adela Córdoba Ruz, sus hijos y cofrades Aspirantes ‘Albero’ y ‘Floración’ respectivamente.
Presidido por el Gran Maestre de la Cofradía, el cofrade Sarmiento y acompañados por el alcalde de Montilla, Rafael Llamas y la presidenta del Consejo de Estado, Carmen Calvo, Señora del pago de la Cañada del Madroño, se celebró el Gran Capítulo, un acto lleno de intimidad y de calidad, en la defensa de los vinos de nuestra tierra por parte de todos los intervinientes.
Dio la bienvenida al Lagar de la Cañada, su titular Rafael Córdoba, quien ofreció una lección de geografía sobre lagares y de la historia del buen hacer de su familia y de los viticultores de esta zona. Explicó que “el Lagar en tiempos de mi padre, era un almazara de la que aún conservamos, como elementos decorativos, el empiedro del antiguo molino y dos tinajas de barro”. También dijo que “en aquella época dorada de los años sesenta, la Sierra tenía más de cuarenta lagares en pleno funcionamiento dentro de su demarcación tradicional, entre el arroyo Benavente y el conocido por Los Pueblas, que delimita el término municipal con Cabra”.
Una vez abierto el Gran Capítulo por el cofrade Sarmiento, intervino el Cronista, cofrade Pajuela, quien relató su experiencia personal diciendo que “el vino se bebe con la boca, pero también con los pómulos, con los ojos, con la barbilla, con la cara toda, que se sumerge brevemente en el dorado licor fresco y fragante”.
La laudatio de los aspirantes a cofrades mayores, requisito indispensable para realizar la Salutación, estuvo a cargo del cofrade Bojo de Bocoy, Enrique Garrido, director-gerente del Consejo Regulador Montilla-Moriles, mencionando que “el cofrade Albero, amén de su extenso currículum académico y vinario, personifica la calma, el trabajo, la positividad y su amor por la historia”. De la cofrade Floración, destacó que “solo con su alias bastaría para alcanzar el Olimpo: la de la flor de la viña, la del velo en crianza e incluso la de las cabezuelas al morir. En palabras de su hermano Gonzalo es una mujer luchadora en la defensa de sus convicciones, no teme a los retos profesionales o personales, que afronta con mucha vitalidad energía y determinación”.
Una vez pronunciado el Gran Capítulo sobre la idoneidad de los aspirantes, estos fueron designados Cofrades Mayores y felicitados por la Exaltadora, la Señora del pago de la Cañada del Madroño, quien destacó que “además de su genética vitivinicultora, que no tiene mérito alguno, ellos eligieron por convicción que su destino estaba en el mundo de la viña y del vino”.
La salutaciones fueron magníficas, si una estuvo llena de elocuencia “en la defensa del vino de Montilla por su historia, su tradición y por el placer que genera, tan necesario en la vida para estrechar la amistad y la fraternidad”. La cofrade Floración defendió que “el vino del Lagar de la Cañada es tan hijo de Rafael Córdoba como de mis cuatro hermanos y mío” en este sentido dijo “en la finca y en el lagar de la Cañada, cada vendimia encontraréis a nuestro Padre en estado puro siempre aspirando a la excelencia”.
El acto lo cerró el Alcalde y tras escuchar el himno el capellán, Cofrade Sacristía, bendijo el vino de la bodega de tinajas del Ciervo y por extensión a todos los vinos de Montilla.
El Secretario, cofrade Andana.